No vivimos a la altura de nuestras capacidades, vivimos a la altura de nuestras creencias.
Nuestras creencias forman parte del pensamiento colectivo, que las hemos ido instalando en nuestras mentes, haciéndonos dueños de ellas, como si las hubiéramos ideado nosotros de manera individual. Cuanto más uso hagamos de ellas más aumentara nuestro sufrimiento.
Con tan solo creer lo que dicen ahí afuera y no darnos la oportunidad de comprobar por nosotros mismos si puede llegar a ser cierto o no, nuestro sufrimiento aumenta. Si disminuimos el nivel de sufrimiento provocaremos que aumenten nuestras buenas vibraciones, ayudándonos de este modo a hacer uso de nuestras verdaderas capacidades.
De esta manera alimentaremos nuestro saquito de la felicidad, que es el que se encarga de que todo vaya bien.
Si apartamos de nuestra mente estas creencias, nos quedaremos con la esencia “Nuestro Ser”, el que realmente tiene la capacidad exclusiva de transformar en el presente cualquier noticia inesperada.
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